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HOLD

Budapest

Una vez al mes

Una vez al mes Mendez Alvaro
Legazpi
Usera
Plaza Eliptica
Opañel
Oporto
Carpetana
Laguna
Lucero
(...)
Alto de Extremadura
Puerta del Ángel
Principe Pio
Argüelles
Moncloa

THE OTHER

THE OTHER I can touch her,
I can kil her,
I can welcome her in,
here and now i can drink from your breath
I can knot myself in her hair
and fly around the earth,
I can pulse inside her,
but she doesn't hear what I say,
my words drown in her blood,
she stands behind her wall of daggers
aiming her face at me
like a desperate message,
then she denies,
evades,
floats off on a cloud
with a memory that is not my flesh,
a shadow I have never worn,
she falls
through my eyes
back into herself,
from her body
back into her body.

Csoori Sándor.

Mas música de ascensor
otro cocodrilo en la bañera
hay un extraño rumor
viene devorando la ladera

hay un francotirador
para pajaros de la cabeza
hay un velociraptor
dejando ventaja a su presa

A Nyugalom

A Nyugalom Al día siguiente recibió una luna llena y se alegró. Buscamos los cráteres bautizados con nombres de húngaros y dónde alunizó el Apolo y dónde se hallaba la Statio Tranquillitatis, y la esfera de la luna bajó entonces rodando por su vientre y luego por sus muslos apretados, rodeó la ropa tirada sobre la alfombra, las dos copas y la bandeja con las pastas, apartó de su camino una mandarina para evitar el tablero de ajedrez de doscientos años de antigüedad que recibí en vez del Hijo y, entre susurrantes papeles de regalo, regresó rodando al fin bajo las velas y estrellas del árbol de Navidad. Pero ni ella ni yo llegamos a la ingravidez. El lecho del Mar de la Tranquilidad se llenó de sudor terrenal, y nos callamos.
-He de irme-dije.
-Pues vete-ordenó, y me besó los ojos, y su rostro era blanco como la pared, aunque a veces recurra a símiles mejores. A continuación me fui a tientas por el lodazal de diciembre. En los cuartos más atestados de gente brillaban las velas o las bombillas navideñas, en otros sitios las velas y el televisor, y sólo un primer violín gitano borracho y una anciana que había sacado a pasear a su perro infringían la prohibición de salir.

La calma/Attila Bartis